1 abr 2024

De no existir los abuelos habría que inventarlos (I)

Me sé un cuento a medias, porque sé sólo el final, me contaba mi nieta. Es de una niña que mata a un lobo, es feliz y se come una perdiz. Ya, le respondí, ese es el de Caperucita Roja. No, es otro, me dijo orgullosa. Pero sólo lo sé yo. Vale, vale. Ya sabemos, le expliqué, que hay tres personajes, una niña, un lobo y una perdiz. A la pequeña se le iluminó la cara, ya sabía que el abuelito le iba ayudar a montar una historia. Así que se ella se animó a empezar. Pues que la niña iba por el bosque y se perdió y una perdiz le preguntó: ¿Qué te pasa? Pues que me he perdido, ¿no ves? No te pongas nerviosa, sígueme y llegarás hasta el camino de la aldea. Claro, asentí yo moviendo la cabeza. ¿Y cómo sigue? Pues que volando de árbol en árbol me llevó al camino. ¿Y no hablaste con ella más? Sí, me dijo que si quería comer cerezas. Oye, que ahora es invierno, que no es tiempo. Sí, insistía, que las había comprado en el super y las llevaba en una bolsa. Bueno, yo carraspeé un poco, porque veía que se desviaba. ¿Y apareció el lobo? Sí cuando ya estábamos cerca. Estaba escondido en un nido de loros. Carraspeé un poquito más, pero no me dejó hablar. Y mordió a la perdiz y la dejó muerta así, señalaba el cuello con el dedo y entornaba los ojos imitándola. ¿Y tú echaste a correr? No, le di una "piedrada” entre los dos ojos y lo maté. ¡Menuda pedrada! Y así acabó todo. ¿Y la perdiz? Pues la cogí yo y la quise curar y ella no quiso y se murió. ¿Y te la comiste? Ayer, se la di a la abuelita y me la guisó. ¿Y no me invitaste? No es que era muy pequeña, la comí en un plato de postre. ¡Ah! Oye, abuelito, me dijo. Voy corriendo donde mi hermanito antes de que se me olvide el cuento. Sí, cuéntale también cómo se llamaban los loros del nido. Me miró seria y se fue rascando la cabeza. Mañana, estaba seguro, seguiríamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario