En
el castillo de Targas, lo cuentan personas cuerdas, hay un
fantasma. Tiene nombre, Munio de Targas, un hombre cojitranco que fue
ahorcado y dejado a la intemperie durante todo un invierno en el foso
del castillo. Cuentan que su alma vaga desde entonces por las ruinas.
Yo me he documentado y puedo asegurar que el tal Munio de Targas
existió, allá por el S. XII. Se dice de él que era mamporrero en
las caballerizas del Conde Sancho de Targas y Alvar, un déspota de
la época. Y que fue condenado porque en un mal parto murió la mejor
yegua del noble señor. El potrillo, que apareció huérfano en este
mundo, falleció después de muerte natural el mismo día que
colgaron de una almena a Munio de Targas. Hasta aquí todo cierto y
verificable. Pero la leyenda sigue contando que por las noches de
luna se oye relinchar en el castillo a un potro y otros aseguran que
galopa montado por Munio de Targas, el ajusticiado. Añade, además,
que en las noche del solsticio de verano el fantasma profana la tumba
del Conde Sancho de Targas y Alvar, y atraviesa su cuerpo con una
lanza. También en este punto me he documentado y, sí, puedo
asegurar que en aquella época existió en la ciudad el Monasterio de
Targas, perteneciente a la Orden de Calatrava, un recinto sagrado
donde probablemente fueran enterrados los nobles del lugar. Y todo
apunta que el tal Munio, pudo ser un niño huérfano que creció en
el monasterio al amparo de los monjes y que por sus mermas físicas
sólo llegó a mamporrero. Y puestos a engordar la leyenda, ¿no
sería un hijo bastardo del conde Sancho de Targas y Alvar? Bueno,
esto es algo que, gracias a mi imaginación, ya cuentan los guías
turísticos de Targas a los visitantes. Lo confieso orgulloso, ésta
es mi modesta aportación a la leyenda, por mí que no deje de crecer
en el S. XXI. Reconozco que yo no soy historiador, más bien
fabulador, algo también necesario en esta vida, ¿no?
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