Cierto, dicen

Cuenta la leyenda que el hijo de Guillermo Tell era más valiente que su padre. Porque, dicen, cuando su padre apuntó a la manzana colocada sobre su cabeza, el muchacho mantuvo los ojos abiertos y miró fijamente la flecha que su padre colocó en el arco, tensó sobre su hombro y soltó con certera puntería sobre su vástago. En aquel instante eterno el niño vio cómo su padre cerraba los ojos. Y eso no lo olvidó nunca.

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Guerras incruentas

A tres días de camino de Tocnutacman hay una colina donde el sol se oculta envuelto en un halo azul. Los indígenas aseguran que si lo miras fijamente alcanzas a ver durante unas centésimas de segundo la imagen divina del dios Tonatiuh. Todos los habitantes del reino porfían en convencer al forastero de que es cierto y verdadero. Y cuando consiguen que el foráneo desafíe al sol con su mirada se dan por honrados. Que se sepa, es la manera menos belicosa que se conoce de desembarazarse de los intrusos.

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