Guillermo Tell

Tensó el arco, sujetó la flecha, apuntó, cerró los ojos por puro miedo y soltó el venablo. Oyó cómo surcaba el aire y como partía la manzana colocada en la cabeza de su hijo. Cuando alzó los párpados aguantó una mirada airada, muy airada.

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En el castillo de Drácula

Cuando nació le dijeron claramente que él era un fantasma, que debía pasarse la vida infundiendo terror a los visitantes del castillo. Pero aquello le superaba, porque resulta que él, el fantasma que había nacido fantasma, tenía auténticas dudas sobre su identidad. Aquello no era su vocación. Así que pasada la adolescencia, se quitó la sábana fantasmagórica y se camufló entre la gente como un inocente mortal. Hoy es guía del castillo. Pero algo le queda, porque ha elegido la noche como turno de trabajo y disfruta mucho removiendo la estaca que su antepasado tiene atravesada en el corazón.

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