19 feb 2024

Humillación doméstica

Se llamaba Francisco Jesús del Olvido Sánchez del Embudo y Monteano, una suerte de patronímico que sonaba a un título de raigambre propio de un árbol genealógico antiguo y prestigioso. Se pasó toda la vida hinchando el pecho cada vez que se le nombraba en voz alta. Aunque no dejaba de ser un pobre hombre auto encumbrado ante sus vecinos, todos sospechaban que o era un don Nadie o pertenecía al círculo de gentes de postín. Eso le valió toda la vida para sentirse alguien. Pero lo que le humillaba ocurría de puertas adentro y no era otra cosa que el modo de referirse a él que usaba diariamente su esposa: Cisco. Y para remate e el pueblo era conocido por Don Olvido. 

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