Es cierto que detrás de cada ser humano se esconde una historia, pero no es menos cierto que a cada persona le acompañan otras muchas más historias, tantas cuantas dinosaurios encuentra en cada despertar...
31 ene 2024
El amargor de la venganza.
Cuentan que un señor tenía un jardín con un árbol ornamental que daba sombra a su casa y a la del vecino. Cuentan también que no eran pocas las rencillas que existían entre ellos dos por las molestias que el uno ocasionaba al otro, no sólo por la sombra no deseada, sino también por las hojas que dejaba el otoño en el terreno colindante. Cuentan que el afectado se quejó educadamente y llegó incluso a pedir que se podaran las ramas que invadían el espacio aéreo de su propiedad. Se defendía el uno argumentando que el tronco distaba 5 metros del lindero, por lo que cumplía sobradamente la legalidad. Pues podaré yo mismo las ramas que me invaden, amenazó el uno. No, replicó el aludido, eso es uso arbitrario de la legalidad y está prohibido, se debe hacer por acuerdo. Pero aquel acuerdo no llegaba. El sufrido vecino pasó a la acción y presentó denuncia en la municipalidad. Antes mandó un burofax al colindante para dejar patente su petición. Y pasó el tiempo, el ayuntamiento no se implicaba, la burocracia alargó el problema y la solución no llegaba. Entonces el vecino afectado se tomó la justicia por su mano y se convirtió en un poco delincuente. Removió el terreno, sembró patatas para disimular y con mucho sigilo fue cortando todas las raíces que encontró enterradas. Así se lo contó después a un amigo y confidente. Tonto, le dijo, así lo descabalgas, caerá para tu lado un día ventoso. Ya no durmió a gusto. El árbol aún se mantiene en pie, pero no puedo asegurar que cuando esta historia se lea no lo haya hecho ya.
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