13 nov 2023

Paz familiar

Aquella familia estaba cortada por el mismo patrón. El padre era un hombre tranquilo, aunque tenía de vez en cuando un genio muy vivo. El hijo menor era una reproducción del carácter paterno, por lo que los choques entre ambos hacían saltar no solo chispas, sino rayos y truenos, La madre era más serena y estaba acostumbrada a templar gaitas y arrostrar tempestades hasta llegar a la calma. La hija mayor era de perfil parecido a la madre, pero era una mala estratega, siempre con la pregunta más inoportuna, con el comentario más fuera de lugar para volver a agitar el avispero. Su madre le propinaba a menudo alguna que otra patada en la espinilla bajo la mesa para que se mantuviera callada. Debes considerar, le solía decir, que cuando hay tensión nunca hay que volver al tema, hay que esperar. El padre, en un momento de serenidad y no falto de humor, llegó a bautizar a su hija como “La pirómana”, algo que los demás aceptaron enseguida, porque le venía al pelo. Ella se lo pensó y con el paso del tiempo acabó pareciéndose más a la madre. Y colorín colorado este problema se da por terminado. 

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