Traté de salir del agujero con ganas y cuando por fin vi la luz me dieron un azote. Rompí a llorar, aunque no sentía miedo, solo desconcierto. No entendí nada, pero en aquel mismo momento supe que tenía nalgas, un regazo donde protegerme y que era dueño de mis pulmones, que algo es algo. Lo demás, lo fui aprendiendo poco a poco.
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