La patrulla de la policía observó a un individuo un tanto estrafalario esperando un taxi y se acercó para identificarlo. Papeles, pidieron. El sujeto aquel obedeció y sacó su pasaporte que, pudieron comprobar, estaba en regla, con todos los sellos requeridos. Para los dos policías quedó claro que era extranjero ¿Motivo del viaje? Pastoral, soy un pope ortodoxo. ¿Cómo? Pope ortodoxo, un sacerdote cristiano de la Iglesia Oriental. Resido en Chisinau, Moldavia. ¿Dónde? El pope moldavo lo repitió de nuevo. Espere aquí. Uno de los policías se introdujo en el coche y se puso en contacto con la central. Que dice el friki este que es un pope de Moldavia, de la capital Chisinau. ¿Se está burlando de nosotros? Necesito tiempo, le dijeron desde la central, dame los datos. Al cabo de diez minutos obtuvo respuesta. Todo en regla. Este individuo ha entrado regularmente, es un sacerdote de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa, cuyo origen se remonta al principio de los tiempos del cristianismo; reside en Chisinau, capital de la República de Moldavia, un país independiente, separado de la antigua Unión Soviética desde 1991, y que se encuentra entre Rumanía y Ucrania. Y al friki ese trátale con respeto que es un sacerdote muy apreciado en su país. El policía que estaba a la escucha se quedó un pelín confuso. ¿Cómo te has enterado de eso? Leyendo el pasaporte y consultando Google. Podías haberlo hecho tú, ¿no? ¡Ah! El funcionario regresó al lugar donde estaba retenido el pacienzudo pope, le devolvió su documento y le despidió con un "perdone las molestias y vaya usted con Dios". Que así sea, respondió el sacerdote. El único que protestó fue el taxista que también llevaba allí esperando un buen rato.
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