En los 15 minutos que tenía para tomar un café quedaba con su chica. Ella salía de la tienda y él la esperaba en el mostrador. Todo estaba muy coordinado. El pedía un descafeinado con leche para ella y un café solo largo para él. Se cogían de las manos, se decían cosas y al final, corriendo, sorbían rápidamente lo que había en la tazas que inexorablemente siempre estaba frío. El calor lo ponían ellos.
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