8 nov 2021

Efecto Pigmalión


En mitad de la sabana un elefante muy joven elevó su trompa hacia el cielo y barritó con ganas. La madre, que caminaba a su lado, observó con pena a su vástago convencida de que nunca llegaría muy lejos en el mundo del Bel Canto. Otro paquidermo viejo y medio inútil que por allí pasaba, se quedó emocionado por aquel desafinado intento y se acercó a la cría para felicitarla. Tienes muchas posibilidades, se te nota que tus barritos son de barítono o tenor, no lo sé, pero posees una probóscide con gran margen de mejora, solo necesitas adquirir más técnica. La madre empezó a cambiar de opinión, escuchó los muchos consejos del anciano e impulsó decididamente la recién descubierta vocación del hijo. Todo prosperó según las mejores expectativas y aquel Caruso en ciernes llegó a ser el elefante cantor más solicitado en la reserva africana, también el encargado de pregonar a los cuatro vientos, los que soplaban desde el norte, el sur, el este y el oeste, los mensajes, avisos, alarmas, noticias y felicitaciones, que todos los proboscídeos de la sabana querían conocer. El viejo elefante que descubrió aquel talento oculto se relamía de satisfacción y olvidaba los achaques propios de la edad deleitándose con los barritos de su alumno. Bueno, es más tenor que barítono, se decía, pasa del fa agudo con soltura.

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