Conflicto
Un día
se cruzaron en una acera estrecha un hombre cargado de orgullo y otro
sobrado de inteligencia. Como ya he dicho, la acera no era tan ancha
como para que pasaran los dos, de forma que uno de ellos debía bajar
al camino encharcado. Hasta el último momento ambos se miraron, el
uno en tono intimidador y el otro con cara expectante. Finalmente uno
cedió y mojó sus zapatos y el otro siguió paseando su estúpido
orgullo por el reino de don Nadie, convencido de su indiscutible
valía. El humillado sacudió sus pies. Por lo menos, me he librado
de dar explicaciones ininteligibles a ese cafre. Y se olvidó del
asunto._______
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