21 jul 2021

Antepasados para no recordar

Mi tatarabuelo sabemos que fue un desertor. Cuentan que no quería saber nada de guerras. Se sospecha que una noche tomó un barco y cruzó el Atlántico en busca del olvido o de nueva fortuna. Abandonó a la familia sin dar explicaciones y no mandó noticia alguna sobre su paradero, hasta el punto que mis abuelos cuentan que lo dieron por muerto hace mucho tiempo. Pero gracias a las pesquisas de un primo curiosón que nos queda en la familia, se ha desentrañado el misterio y conocido parte de su historia. Resulta que el tal primo pasó por la ciudad de Querétaro, en la República de México, paró a comer algo en una cantina y se entretuvo en leer la etiqueta de una botella de limonada que, para su sorpresa, resultó ser un refresco embotellado por Juan Badaya Asociados, casa fundada en 1915 y casualmente enclavada en aquella misma ciudad de pasado colonial. Pues allí que se presentó el primo a visitar la empresa. Y le dieron cumplida información del difunto fabricante de gaseosas y de su nutrida familia. Que llegó a colaborar con Pancho Villa le contaron con orgullo. ¡Vaya con el que no era amigo de las guerras! Pues allí mismo, el primo curiosón se dio media vuelta y no quiso saber más. Orgullo que no falte a los Badaya, nos explicó. Y me pasó a mí toda la responsabilidad de continuar la investigación, por aquello de que compartía nombre y apellido. Ya, comenté, si fuera por cobrar una herencia a lo menor haría algo. Y ahí quedó la cosa.

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