12 jul 2021

Amigos para siempre

Germán del Cerco era un hombre solitario. Se sentía muy inseguro a la hora de entablar una relación con cualquiera, por lo que prefería estar solo y mirar a los demás lo justo y, si era posible, desde lejos. Sus mejores amigos, por decir algo, eran el panadero, una cajera fija del supermercado, el de correos, el médico, el vendedor del cupón y un gato fiel que se paseaba por su casa. Así muchos años. Hasta que tocó la lotería en su barrio. El no dijo nada, y tampoco el afortunado ganador, pero se corrió la voz de que el premiado era Germán. ¡Qué agobio! No solo se sintió observado, sino que eran muchos, para los que él había sido un ser transparente e ignorado, los que no dudaron a acercarse y conversar. La mayoría en plan amable y algunos pocos con intenciones aviesas. Fue un período para olvidar, lleno de momentos incómodos y desagradables. Todo acabó el día que un vecino discreto, Bernardo Cardoso, apareció con un coche nuevo y dio un alegrón a sus dos hermanas quitándoles alguna deuda y dos hipotecas. Fue la liberación para Germán del Cerco que fue capaz de ir hasta el nuevo rico para felicitarle y darle un abrazo por haberle librado de aquel calvario. El nuevo rico entendió la franqueza de aquel hombre angustiado y agradeció sus explicaciones. Es curioso cómo acaba la historia, pero tengo que terminar diciendo que en aquel momento nació una gratificante amistad entre ambos. 

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