23 abr 2021

En éxtasis

La primera vez que vio una naranja preguntó a su novia a ver cómo se comía. Se pela, se cortan los gajos y te la zampas. No se atrevió a confesar que apenas entendía aquellas palabras, porque él, a fin de cuentas, era un lapón del norte de Noruega, sami por más señas, recién llegado al sur de Europa dentro del Programa Erasmus. Así que se dejó llevar de un ataque de orgullo y se enfrentó decidido al reto. Tomó la fruta en sus manos y armado de un cuchillo empezó la disección. Para él fue una sorpresa el color, las formas y el jugo de la fruta, la facilidad en el corte, la viscosidad que sintió en las manos, el sabor entre dulce y ácido que percibió al chuparse los dedos. Fue una experiencia que se le quedó grabada en la mente para muchos años. Tanto que permaneció absorto contemplando aquella explosión de simetría y belleza. Su acompañante le sacó de aquel ensueño con un "eso se come, ¡eh!". Y se la comió, claro. El camarero contó luego en la cocina que nunca había visto tratar una naranja con tanto cariño. Qué raros son estos guiris, añadió.

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