16 abr 2021

Cosas de antes

Una amiga me contaba una curiosa historia que tenía que ver con su padre. Decía que acababan de descubrir que las escrituras de la casa familiar estaban a nombre de la madre, algo extraño en un matrimonio de mitad del S. XX, en el que todo se solía tener en gananciales. Mi padre no era un progre, me dice, era sencillamente un hombre listo. Acláramelo. Es que tenía una profesión de riesgo, continúa explicando, y se exponía a perder su patrimonio en cualquier momento. Sí, sí, conducía un tranvía en los años 50 y podían exigirle responsabilidades por cualquier percance. Pero ¿tuvo alguno? Sí, un mes antes de firmar las escrituras atropelló con el tranvía a una burra y vio las orejas al lobo. ¡Ah!

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