Cuando comienza la partida, el pueblo llano, al que se unen algunos caballeros y cortesanos, se presenta ante los monarcas a rendir pleitesía. Los peones, llevados por el entusiasmo, gritan aquello de ¡viva el rey! y ¡viva la reina! Y el rey y la reina, de inmediato y sin ninguna consideración, ordenan que mueran primero los peones. Menudo ejército éste del ajedrez.
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