El abuelo Simón estaba radiante. Ya tenía ganas de que la Navidad se fuera al carajo, decía. El tío Machuca le clavó la mirada. Como que no hay días al año para quedar con la familia, ¿no? Me libro de estas fiestas acartonadas, insistió. No hubo más conversación. Los dos amigos se comunicaban por skype. Al tío Machuca no le salía la voz.
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