Señora, ¿cuando el acusado le dijo que la quería, usted entendió que la amaba? Sí, señoría. Y cuando quería macarrones, ¿usted entendía que amaba los macarrones? No, señoría. Pues sepa que a usted la quería como a los macarrones, no más.
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Es cierto que detrás de cada ser humano se esconde una historia, pero no es menos cierto que a cada persona le acompañan otras muchas más historias, tantas cuantas dinosaurios encuentra en cada despertar...
Cosas del amor y del doble sentido. Muy bueno, Juan. Si hubieran sido kokotxas en lugar de macarrones, igual sí habría habido algo de amor, ¿no? Comenzar el día con una sonrisa está muy bien. Un abrazo.
ResponderEliminarTe quiero mucho, Javi, más que a los macarrones. Hasta otra.
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