6 may 2020

Respuesta a pregunta trascendente



Tenía una pena que le doblaba el alma. Apenas se levantaba al amanecer, se le nublaba el horizonte y se le confundían los ánimos. No eran penas de amor, ni siquiera penurias de la vida. Eran cosas de filosofía, pensamientos profundos sobre el porqué de su vida, de su existencia, de su finitud. Quiso ser dios y se quedó en eso, en una hoja caída que movía el viento de acá para allá sin rumbo fijo. Soy una mota de polvo en la inmensidad del universo, se decía, a nadie intereso, nadie me pedirá explicaciones. ¿Por qué he de hacerlo yo? Y se calmó.
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