13 abr 2020

Confinamiento familiar


Tres tristes tigres en un trigal...”. ¡Eh, no sigas! ¿Por qué? Porque ahora son dos. No me digas, ¿qué ha pasado? Que uno murió en el zoo de Nueva York. No fastidies, ¿de qué? Dicen que de un virus. No me digas que un bicho tan pequeño puede acabar con un animal tan fiero. Sí, no puedes minusvalorar al enemigo pequeño. Ya. Bueno, sigo. Dos tristes tigres en un trigal... ¡Eh, que no vale, que eso es un trabalenguas que juega con la “r”. Entonces tienes que decir “dros”. ¡Ah, vale! Así pasaron todo el confinamiento. Al final, aquella familia tenía una jerga consagrada ya desde el despertar mañanero. Se oía, por ejemplo, un “bruenros drías crariñro...” “¿Qurieres dresrayrunrar? “Vralre”. “Ahrí trienres lrechre cron....”. Dicen que el abuelo, cuando acabó el confinamiento, salió corriendo a tomar un tren no se sabe a dónde. Lo busca la Interpol al día de hoy.
______

No hay comentarios:

Publicar un comentario