La
tía Carmen murió joven, apenas 24 años. De muerte repentina. Se
tendió en la cama de la habitación principal con la escusa de que
le dolía la cabeza y allí la encontraron exánime. En la familia
dejó un hueco tremendo y aún hoy, 40 años transcurridos, aparece
como un drama en las conversaciones familiares. Nadie de la casa se
atrevía a usar aquella habitación por respeto a la difunta y por
temor. Yo sí, a mí me engañaron, porque tenía 5 años y no
entendía del drama de la muerte. Allí dormí muy a menudo y aún
hoy es mi lecho, si es que voy de visita. Mi madre siempre dijo que
reaccioné muy bien, que era un niño muy maduro. La verdad es que
nadie lo sabe, pero yo hoy día sigo hablando todas las noches con la
tía Carmen. Siempre me dice que esté tranquilo, que ya me avisará
con tiempo el día que se me acerque la Dama de la Guadaña.
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