Ilustración de Pablo Auladell para Amor y pedagogía (ed. Vicens Vives) |
Había
un hombre que se llamaba Avito Carrascal que quería tener un hijo
muy inteligente y muy preparado. Diseñó a conciencia camino,
eligiendo una madre que ya de por sí diera garantías de poder
alcanzar el objetivo. También pensó que las alubias habían de ser
el alimento ideal, puesto que según sus pesquisas estimulaban la
inteligencia de modo extraordinario. Algo se le torcieron las cosas,
pues la mujer que había elegido no fue la madre de su hijo, sino la
criada. Fue el primer desliz. Así fue como apareció en este mundo
Luis Apolodoro Carrascal. Este ejemplar de homínido resultó ser muy
impermeable a las consignas del padre y más partidario de la
impronta de la madre, con lo que el sueño paterno se fue al carajo.
Don Avito lo encajó como pudo y se rindió a la evidencia. El bueno
de Luis Apolodoro se fustró tanto que acabó trágicamente con su
vida. Y así acaba la historia paradójica de un padre iluminado y un
hijo con ideas propias. ¡Ay, la vida!
Nota:
Historia inspirada en el texto "Amor y pedagogía" de
Miguel de Unamuno.
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