6 mar 2020

Fríjoles o alubias no fueron la solución

Ilustración de Pablo Auladell para Amor y pedagogía (ed. Vicens Vives)
Había un hombre que se llamaba Avito Carrascal que quería tener un hijo muy inteligente y muy preparado. Diseñó a conciencia camino, eligiendo una madre que ya de por sí diera garantías de poder alcanzar el objetivo. También pensó que las alubias habían de ser el alimento ideal, puesto que según sus pesquisas estimulaban la inteligencia de modo extraordinario. Algo se le torcieron las cosas, pues la mujer que había elegido no fue la madre de su hijo, sino la criada. Fue el primer desliz. Así fue como apareció en este mundo Luis Apolodoro Carrascal. Este ejemplar de homínido resultó ser muy impermeable a las consignas del padre y más partidario de la impronta de la madre, con lo que el sueño paterno se fue al carajo. Don Avito lo encajó como pudo y se rindió a la evidencia. El bueno de Luis Apolodoro se fustró tanto que acabó trágicamente con su vida. Y así acaba la historia paradójica de un padre iluminado y un hijo con ideas propias. ¡Ay, la vida!

Nota: Historia inspirada en el texto "Amor y pedagogía" de Miguel de Unamuno.
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