14 oct 2019

Mis voces interiores

Me gusta hablar conmigo mismo, es una cosa que hago a menudo. El procedimiento es sencillo, sale a colación un tema en mi propia cabeza y establezco turnos de palabra silenciosos. Primero habla mi yo espontáneo, que a veces es prudente, otras transgresor y muy a menudo vacilante, dudoso y hasta mezquino. Luego aparecen muchos otros interlocutores según estén por medio mis miedos o seguridades, mi moral judeocristiana o lo que sea, mi lado políticamente correcto, mis ganas de prevalecer, mi sentido de la prudencia, lo oportuno y hasta la pereza de entrar en líos. A veces, algún interlocutor se enfada y se ofende por los que dicen otros. Entonces se me queda un interrogante en la cabeza, no duermo a gusto y no me tranquilizo hasta despejar las dudas. En otras ocasiones me ataca muy fuerte el sentido de la culpa por haber actuado equivocadamente o causar un daño a terceros o a mí mismo. Son los momentos más duros, donde muchas de las voces que resuenan en mi cabeza dialogan a gritos y hasta con amenazas. Lo paso mal hasta que el tiempo apacigua los ánimos. Esto es lo que me ocurre, mi cabeza es un foro donde todo se discute en silencio. Una vez consulté con un amigo psicólogo si eRA normal hablar con uno mismo. Me preguntó si el diálogo interno era persistentemente negativo. No, le dije, no. Eso es clave para tu salud, serás más congruente, está bien, lo hacemos todos. No sé si me hizo un favor, porque desde entonces en mi cabeza hay más gente discutiendo que en dos parlamentos europeos o en diez tertulias políticas. 
_____ o _____ 

No hay comentarios:

Publicar un comentario