Una
vez me presenté a un macroconcurso de microrrelatos. Nunca supe si
me leyeron, porque nadie me confirmó la recepción de mis creaciones
y si entraba a concurso. Insistí varias veces más. Al cabo de un
tiempo publicaron por fin un texto en la Web sin explicación alguna.
Por supuesto, me hizo ilusión. ¡Ya soy escritor!, grité a los
cuatro vientos. Y me preguntaba si los lectores me leerían a gusto,
si les parecería interesante, si... Fue un chasco, Nadie hizo un
comentario y solo recibí un voto anónimo que agradecí mucho. Tuve
yo que añadir otro más para hacer bulto. Y ahí acabó mi empeño
por encontrar espacio en el Olimpo literario. Paradojas. Soy
un microescritor insignicante en el macromundo de los minirrelatos,
sobreviviré con unos cuantos suspiros de inspiración. ¿O
expiración quizás?
_____ o _____
¡No, no, no, Juan Badaya, sigue escribiendo, que te queremos mucho!
ResponderEliminar¡Ja, ja, ja! Que soy Juan Badaya haciéndome comentarios...Vale, es una broma. ¡Glup glup!
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