12 ago 2019

Juan Badaya encuentra el camino de la santidad

Durante un tiempo odié a los pajaritos. Fue en la época en que aprendí a decir mentiras. Yo era inexperto y mi madre me pillaba siempre. Lo argumentaba diciendo que un pajarito se lo había dicho. Así que que desconfié de todo bicho volador y traté de hacer todo a escondidas, lejos de los chivatos con alas. Cuando me salió el bigote recuperé la confianza en los pájaros, aunque seguí practicando el noble arte de la mentira piadosa. Hoy es el día que no tengo interés en decir mentiras, apenas saco beneficio de ello, y me quedo embelesado ante el trino de un pájaro. Creo que estoy alcanzando la santidad, como San Virila, el monje del Monasterio de Leyre que se quedó 300 años embelesado ante el canto de un pajarito. ¡Cuántas mentiras debió decir antes para llegar a tanta quietud! Digo yo.
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