Tuve
un antepasado verdugo, lo sé. Era una funcionario de la corte que
trabajaba en las caballerrizas, pero los días de cadalso, escondido
tras un verduguillo, se transformaba en un implacable ejecutor de
cuantos reos le mandaban los jueces. Lo sé, porque este secreto se
conserva en la memoria familiar después de por los menos 8
generaciones. A mí esta cuestión me parece vergonzosa y, por
supuesto no hablo con nadie de ello. Es más, no lo voy a transmitir
a ninguno de mis hijos o hijas. Conmigo muere el asunto. Mi madre no
me da la razón, dice que es imposible ocultarlo. ¿Acaso tú no te
apellidas Verdugo? ¡Uf! Lo tengo difícil, sí.
_____ o _____
No hay comentarios:
Publicar un comentario