19 ago 2019

Conglomerado familiar

Me llamo Juan Yanguas y pertenezco a una de las familias de prestigio de la localidad. Tuvimos un abuelo alcalde corrupto declarado, una abuela cabaretera en El Molino, allá en El Paralelo, un padre futbolista que salía en los periódicos más por sus juergas que por sus goles y una madre exmonja que se incorporó al grupo para redimirlos a todos. Yo soy hijo único y heredero de la fortuna y del prestigio de estos especímenes. Pero, como todos en la familia Yanguas tenemos un orgullo barato y un ombligo muy grande, aquí no hay quien viva. Todo son reproches silenciosos y malas caras. Total, que nos aguantamos en los cuatro momentos más convencionales e hipócritas del año y no perdemos el tiempo en lanzar salvas al aire en cada encuentro familiar. Nos odiamos cordialmente y sonreímos como angelitos de un cuadro de Rubens. Hay un gen Yanguas que nos obliga a disimular. Con decir que un antepasado nuestro llegó a ser filibustero, creo que ya está todo dicho.
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