En
la última asamblea de pájaros y aves de mi valle salió a colación
el tema del cambio climático, tan en boga entre los humanos.
Hablaron primero las golondrinas que informaron de que cada vez el
mundo estaba más envenenado. Los cuervos se quejaron de que el
plástico aparecía por cualquier lado. Incluso los murciélagos, que
no ven nada, protestaron por el aire irrespirable que encontraban
muchas noches. Y las abubillas hablaron del calor asfixiante que
encontraban en sus nidos, las cigüeñas de la falta de agua, los
pájaros carpinteros de la deforestación, el petirrojo de la escasez
de insectos... ¡Silencio, escuchadme!, avisó el búho ululando cada
sílaba como pocas veces hacía. No debéis creer eso del cambio
climático que dicen los humanos, no. Parece que es la naturaleza y
el planeta el que cambia acelerando los procesos. No os lo creáis,
eso es un eufemismo. En realidad nos ha tocado vivir una época en la
que los bípedos esos de ahí abajo están matando el mundo, lo
destruyen, por lo que parece, sin remedio. Todos enmudeciron y
quedaron apesadumbrados. No en vano el búho era símbolo de la
sabiduría. Un buitre comenzó a llorar y todas las demás aves y
pájaros se unieron a coro en el llanto.
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