13 feb 2019

Encuentros inesperados

Se conocieron en un pasillo de hospital, camino de quirófano. A mí de la pierna izquierda, ligamentos cruzados. A mí de uretra, que la tengo obstruida. Suerte. Suerte. Tras el operatorio ambos acabaron en el mismo habitáculo de la Unidad de Cuidados Postoperatorios y fueron recuperándose de las respectivas anestesias. Y definitivamente trabaron amistad. He visto la muerte no muy lejos. Yo también. ¡Qué bien me cuida mi mujer! Es una suerte, yo soy divorciado, pero no me quejo, me defiendo solo. Sus confidencias y consuelos acabaron pronto, justo cuando entró en el recinto la exmujer de uno y la mujer del otro. Eran la misma persona. La intrusa para uno, visitante para el otro, huyó despavorida en cuanto tomó conciencia de la situación. ¡Joder, decía el divorciado, la Seguridad Social debería cuidar estos detalles! ¡Por mi madre, quién se lo iba a imaginar! No durmieron a gusto ninguno de los dos, se complicó el postoperatorio. Al amanecer, exhaustos ambos, el uno se interesó por el otro. ¿Os queréis? Sí. Pues que os dure, respondió el uno con un hilillo de voz... El otro sonrió. Y no volvieron a hablar más.
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