21 ene 2019

Cómo superar rencillas conyugales

Él tenía su estrategia. Se acercaba cautelosamente en la cama y le tocaba un pie. Si no saltaban chispas, al día siguiente aproximaba la pierna entera. A la tercera noche ya se atrevía a acercar un brazo... Hasta que surtía efecto. ¿Qué? ¿Falta calor?, preguntaba ella con un desdén medido y estudiado. No, sólo cariño, contestaba él con un pelín de malicia de niño arrepentido. Allí mismo se firmaba el armisticio, que estaban cansados de hacerse los ofendidos.
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