18 ene 2019

Cuando yo era grumete

Me enrolé de niño en un barco de carga y llegué muy lejos. No tenía nada que ver que mi padre fuera el capitán, porque pronto mostré maneras. Estaba al servicio de todos, pero yo siempe encontraba la manera de sacar provecho. Por ejemplo, descubrí que era posible comprar hojas de afeitar en un puerto y venderlas en el siguiente por veinte veces su valor. Y de este modo es como hice amistad con el dinero. También reconozco que los marinos eran fáciles, porque mira que les engañaba con la bebida. Más de una vez me acercaba a la cocina y llenaba varias botellas con vino, sólo la mitad, porque el resto era agua que tomaba del tonel de los garbanzos que estaban a remojo. ¡Jo! Se lo bebían todo y hasta algunos se emborrachaban. Con estas y otras tretas es como fui haciendo fortuna y haciéndome mayor. Después ya tuve que hacer cosas más serias, de las que salí como pude, como la guerra en mi país y también en Europa. Pero eso lo dejo para después, que eso son palabras mayores y esto es un relato breve. ¡Ah, que no me he presentado! Me llamo Lezo de Urreztieta.
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