7 dic 2018

Historias en blanco y negro


Juan Luis Alfonso Fernández demostró alma de comerciante desde niño. La madre se acercó un día preocupada a la escuela. Mire, señor maestro, mi hijo maneja mucho dinero, que no sé de dónde lo saca. A nosotros no nos falta nada en la tienda, que lo hemos mirado. A ver si nos puede ayudar usted. El maestro prometió hacerlo, pero no fue capaz de cumplirlo. Años más tarde se lo descubrió una alumna pícara que también lidiaba a duras penas con la vida. Nos estuvo vendiendo "chinas" a 100 ptas durante un año. ¿Costo? ¡Qué más quisiéramos! Eran pastillas de Starlux, de esas del caldo de sopa, pasadas a la plancha, convertidas en chinas y envueltas en papel de alumninio. ¡Joder, qué listo el Juan Luis Alfonso Fernández! Menos, menos, que el Juanlu acabó su emprendimiento después de la paliza que le dimos todos los fumetas del barrio. Cierto como la vida misma.
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