25 oct 2017

Un tal... Tales de Mileto

Cuenta nada menos que Platón una historia curiosa del personaje que da título a esta historia. Dice que, un día que estaba en labores de astrónomo, cayó a un pozo mientras iba andando por el campo y que una campesina tracia no paraba de reírse de la torpeza del pensador. Y cuenta que el sabio se sintió obligado a dar una excusa. Dicen que dijo que tenía tanta curiosidad por conocer el movimiento de las estrellas que se le escapaba lo que había justo a sus pies. Quedó como un tonto.
Pero cuenta nada menos que Aristóteles que sus coetáneos también le reprochaban su poca atención a los asuntos materiales. Y esta vez se la devolvió con creces, puesto que aquel mismo año compró un buen número de prensas de aceite, esas que por aquí se llaman almazaras o trujal, no sé muy bien, y sacó un buen dinero al arrendarlas en la siguiente cosecha. Y explica nada menos que Aristóteles que simplemente aplicó sus conocimientos astronómicos y fue capaz de predecir una gran cosecha. Esta vez quedó como un listo.
Por último, cuenta nada menos que Herodoto que Tales de Mileto predijo con exactitud un eclipse en un momento en que lidios y medos estaban en guerra. Por cierto, que dicen los astrónomos que tuvo que ser un 28 de mayo del año 585 a.C. Y el tal Herodoto cuenta que los contendientes lo tomaron como una señal divina y depusieron las armas, cesó la batalla, llegó la paz. Aylattes, el rey de Lydia, y Cyaxares, rey de los medos, dieron por finalizada la contienda. Aquel día Tales de Mileto quedó como dios.
Así dicen que era Tales de Mileto, filósofo, matemático, geómetra, físico y legislador. Y que se sepa, quizás se olvidó del sombrero, pues murió de una insolación. Nada menos que un tal Tales de Mileto. Tanto estudiar los astros y no saberse defender de sus peligros. ¡Ay! Cosas de genios.
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