18 oct 2017

Hasta la sepultura

Fray Justo de Andrade arrancó la confesión definitiva tras dos horas de tortura. Sí, copulé con el diablo, yací con hombres y mujeres, cabalgué a lomos de un carnero, sí, gritaba, soy bruja, tomé parte en el aquelarre del claro del bosque, ¿qué más quieren que diga? El inquisidor sonrió satisfecho, ya tenía la confesión que necesitaba para mandar a la hoguera a aquella mujer. Mandó al escribano que dejara constancia de su confesión y pidió a los esbirros que la vistieran y retiraran a la mazmorra. Quería aparentar que su decisión era muy meditada. Pero no, ya la había condenado, junto a otras 8 mujeres, a morir a gritos mientras las llamas desgarraban sus carnes. La sentencia se cumplió en dos días, que no era cuestión de mantener a los enemigos de Dios en este mundo. Recordó que la bruja también había confesado que desenterró a un niño y que utilizó sus huesos para preparar un hechizo. Días más tarde, con mucha pompa y altanería, invitó a las autoridades a comprobar el hecho y exhumaron el cadáver. Apareció descompuesto por el tiempo, pero intacto, como era previsible. Fray Justo de Andrade, el inquisidor, ni se inmutó. Con una frialdad desesperante miró a las autoridades y les dijo sin vacilar lo más mínimo: Sin duda el diablo, para ocultar su presencia y perversión, nos hace ver las cosas en orden, pero, sépanlo, aquí está la mano de Belzebú. Y se persignó con toda la ceremonia exigida levantando un murmullo de temor entre los presentes. Genio y figura.
_____ o _____
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario