13 mar 2017

Chiribitas


El alcalde tuvo 4 años de gestión muy complicados en los que los partidos de la oposición casi se lo comieron. Se metió en proyectos arriesgados, y no muy de consenso, en los que hizo temblar las arcas del ayuntamiento, llegando a cometer unos desaguisados que tuvieron que ser dirimidos en los juzgados. En pocas palabras, se puede decir que hizo pocos amigos y que tenía difícil la reelección. Pero supo salir del reto con acierto. Toda la campaña de elecciones la hizo con la misma foto, la de unas enternecedoras florecitas primaverales entre los raíles del tranvía de la ciudad, fácilmente reconocibles por sus conciudadanos. Añadió un eslogan que no merece la pena transcribir, colocó su cara sonriente en un costado y, eso sí, siempre se pudieron ver las margaritas diminutas que todos los ciudadanos conocían como chiribitas. El resultado fue que los votantes se decantaron de nuevo por él. Fue un éxito de su director de campaña, dijeron los unos. Somos unos románticos, dijeron los otros. Somos unos inconscientes, dijeron tres o cuatro conspicuos ciudadanos.
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