20 feb 2017

Ya soy ingeniero

Leyendo el periódico he visto que en mi ciudad van a construir un nuevo puente. He seguido la información con mucho interés y ya sé un montón sobre pilares, apoyos, tableros, tirantes, luces, así como también del subsuelo de mi ciudad que, dicen, está asentada en una terraza aluvial de cantos rodados y lodos. Además ya sé qué sectores urbanos va a comunicar y de qué modo aliviará el tráfico de otras zonas más densas. No sé, pero me da como que me he sentido experto en urbanismo, geología, construcción... Y ya un poco crecido por la sensación me he aventurado a internarme en un buscador on line para conocer más a fondo el mundo de la construcción de puentes. Animado porque he entendido rápidamente la definición de puente, estructura construida para cruzar un cauce (río, barranco, etcétera) o bien atravesar otra vía de comunicación, me he lanzado directamente a los párrafos siguientes. A los diez minutos ya tenía aprendida la lección de humildad que me correspondía. Eso de los pilares, estribos, cimientos, resulta que se completa con aspectos como la estabilidad, resistencia de materiales al desplazamiento y a la rotura, pretensados, protección catódica de materiales en medios marinos, flexión y compresión de arcos y armaduras, cargas dinámicas en tablero, arriostrados laterales o vientos... ¡Qué locura! Os lo juro, y ya podéis perdonar, se me ha acabado el cuento.
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