Yo
nací grillo, grillo macho y, por ende, cantor. Desde mi más tierna
infancia crecí devorando hierbas tiernas, semillas y algún insecto
incauto que corría menos que yo. Ya de adulto aprendí a cantar, mi
mayor orgullo. Froto mis alas a más de 60 chirridos por minuto y le
saco un sonido nítido, potente y cautivador, os lo juro, a la vista
de las hembras que se me acercan. Pero el traumatólogo de grillos
del seguro me ha dado una mala noticia, resulta que mis alas acusan
ya un ligero desgaste y mi canto ha perdido alcance, ya no se me oye
a más de un metro. Vamos, que he perdido cobertura. Yo pensaba que
esto era mi final reproductivo y que tenía que pasar al ostracismo,
una cosa que también nos pasa a los grillos. Pero no, que con esto
de las nuevas tecnologías hay solución para todo. El psicólogo de
grillos del seguro, él se llama pomposamente coucher medioambiental,
me ha iniciado en un invento que se llama WhatsApp y no veáis cómo
he mejorado mi cobertura y mi atractivo... ¡Ja, ja! Bueno, me voy
que me reclaman. ¡Adiooos!
______ o ______
No hay comentarios:
Publicar un comentario