Mi
amiga Asunción posee un poder especial para comunicarse con
cualquiera, aún no sabiendo la lengua de los hablantes del lugar. Lo
compruebo cada vez que me relata las anécdotas de sus mucho viajes
por el mundo. En concreto, cuenta que en su primera visita a China
pronto notó que los ojos rasgados de los habitantes de aquel inmenso
país se clavaban en su rostro con un descaro exagerado. Lejos de
quejarse por su impertinencia, ella les mantenía la mirada y les
señalaba con un dedo su nariz. Sonreían. Inmediatamente mi amiga
hacía un gesto separando las manos para indicar que realmente su
apéndice nasal era grande, grande. Los chinos ya no sólo sonreían,
se carcajeaban. Y es que mi amiga Asunción tiene muy claro el quid
de la cuestión. Para los asiáticos, explica, los europeos tenemos
una nariz demasiado grande. Nunca pensé que mi atractivo mayor,
ironiza, residiera en estas napias que Dios me dio. Y es cierto, cada
vez que nos cuenta esta anécdota todos miramos con cierto aire
pasmado a las narices de quienes nos rodean.
_____ o _____
No hay comentarios:
Publicar un comentario