7 dic 2016

No será para tanto

Mi amiga Asunción posee un poder especial para comunicarse con cualquiera, aún no sabiendo la lengua de los hablantes del lugar. Lo compruebo cada vez que me relata las anécdotas de sus mucho viajes por el mundo. En concreto, cuenta que en su primera visita a China pronto notó que los ojos rasgados de los habitantes de aquel inmenso país se clavaban en su rostro con un descaro exagerado. Lejos de quejarse por su impertinencia, ella les mantenía la mirada y les señalaba con un dedo su nariz. Sonreían. Inmediatamente mi amiga hacía un gesto separando las manos para indicar que realmente su apéndice nasal era grande, grande. Los chinos ya no sólo sonreían, se carcajeaban. Y es que mi amiga Asunción tiene muy claro el quid de la cuestión. Para los asiáticos, explica, los europeos tenemos una nariz demasiado grande. Nunca pensé que mi atractivo mayor, ironiza, residiera en estas napias que Dios me dio. Y es cierto, cada vez que nos cuenta esta anécdota todos miramos con cierto aire pasmado a las narices de quienes nos rodean.
_____ o _____

No hay comentarios:

Publicar un comentario