2 dic 2016

Algo de escatología

Hay versiones muy prosaicas sobre la muerte del gran matemático y filósofo griego Arquímedes, pero no cabe duda de que todas muestran el lado entrañable del personaje. Entre los distintos relatos sobre quién era el enemigo que lo perseguía, que finalmente lo mató, hay una coincidencia en culpar a las habas de haber sido parte importante del cuerpo del delito. Ya sean los discípulos despechados, los siracusanos o las huestes de Crotona los que buscaban su ruina, lo cierto es que las habas decidieron el momento y lugar de su muerte. ¡Yo no paso por aquí!, cuentan que dijo el filósofo cuando en plena huida los discípulos le invitaron cruzar por un cultivo de habas. Y lo cumplió, de verdad, porque tratando de rodearlo, perdió el tiempo justo para que sus enemigos lo alcanzaran y cayera herido de muerte por la espada. Pero, ¿qué tienen que ver las habas con ello? Según mis fuentes, el filósofo y sus discípulos defendían que las habas tenían alma, que en sus campos se refugiaban los espíritus de los difuntos, y que cuando las comían, éstas trataban de escapar al éter a través de las flatulencias, así como suena, y Arquímedes de Siracusa sentía mucho respeto por los muertos. Buen argumento, estoy pensando en si mantengo en mi dieta vegana estas legumbres tan conspicuas.
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