23 nov 2016

Inasequible al desaliento

Cuando Romeo Constantino, su novio de toda la vida, preguntó por enésima vez a Julieta Dudas si quería casarse con ella, a la pobre mujer se le escapó un sí entusiasta, pero pasó la noche en vela, se lo pensó mejor y le llamó a su pretendiente al amanecer. Mira, me lo tengo que rumiar mejor, déjame tiempo, no estoy preparada. Y Romeo Constantino, pretendiente experimentado, se lo tomó con calma. No era cuestión de hacer las cosas atropelladamente y a última hora. Y se fue directamente a hablar con la directora del asilo para que suspendiera momentáneamente la ceremonia. Por enésima vez.
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