5 oct 2016

El poder de la convicción

Norberto Samacona era un hombre de una dentadura especial, conservaba todos los molares, algún premolar y dos caninos, pero solo dos incisivos asomaban en su boca cuando reía, así que parecía un desdentado de verdad. Él lo llevaba bien, porque era un hombre muy macho al que nadie desafiaba. Pero un día se empezó a preocupar, porque sencillamente le costaba hincar el diente hasta a los guisos más tiernos de la cantina. Y acudió al dentista don Heraclio de las Cartas. Mire usted, este diente se me mueve, déjemelo sujeto y firme, le dijo. Por dios, ¿qué le pasó? Pues déjelo, cosas de hombres, explicó. Pues de ahora en adelante, le anunció, va a tener que masticar como un bebé, que esto no tiene remedio. Es la hora de las papillas.Y desde entonces Norberto Samacona, lejos de venirse abajo, acrecentó su fama de hombre duro. Es cierto que en la cantina comía como un bebé, con leche, purés, carne picadita y troceada, fruta en jugos y demás, pero también es cierto que todos los platos los condimentaba con chile jalapeño muy picante que revolvía con la punta del revólver que tenía siempre apoyado en la mesa junto a su mano derecha. Nadie se burla de Norberto Samacona, doctor, le dijo al dentista en la siguiente visita.
_____ o _____

No hay comentarios:

Publicar un comentario