19 sept 2016

Un incomprendido

Erase un vez un individuo que, a pesar de su apariencia de hombre honesto y sin tacha, tenía la sospecha de ser un canalla. Soy buen ciudadano, cumplo escrupulosamente con Hacienda, respeto el código de circulación, no tengo deudas, me gano el pan honradamente y, en definitiva, soy hombre sin tacha. Pero en sueños no paraba de repetir que “dios y yo sabemos que no es así, que soy un malvado”. Su mujer, preocupada por lo que sospechaba eran desvaríos, consiguió llevarlo a una consulta psiquiátrica, donde le dijeron que lo suyo eran delirios propios de una conciencia hipersensible, residuo de un pasado religioso lleno de control, por lo que aconsejó no dar importancia a tamañas obsesiones y seguir viviendo con normalidad. Al fin y al cabo todos cultivamos nuestra propia imagen y no merece la pena discutirla, le dijo el psicoterapeuta, no sea usted el primero. 
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