Aquella
mañana de primavera, cuando el sol ya prometía una jornada cálida,
el tío Machuca se acercó a su amigo que ya le esperaba en el árbol
de las confidencias.
-Te
veo elegante.
-Nada,
que me pongo la chaqueta para defenderme del fresco mañanero.
-Ya,
ya, ya
-Es
la prenda que más bolsillos cómodos tiene, puedes llevar de todo
sin que moleste.
-Ya,
ya.
-Además,
abriga
-Ya.
-¡Joder,
con el ya!
El
abuelo Simón guardó silencio, pero a su amigo no se le escapó la
sonrisa que se le se dibujaba entre los labios. Y no se pudo
contener.
-¿De
qué te ríes?
-¿Por
qué llevas un solo botón abrochado en tu flamante y cómoda
chaqueta?
-En
la televisión todos salen así, presentadores, tertulianos,
políticos...
-Anda,
ven -la carcajada del abuelo Simón era ya incontenible-, siéntate,
cruza las piernas y mírame de medio lado, como mandan los cánones...
-Es
que no cambias. Desde el amanecer vacilando.
-¡Ciudadanos,
ciudadanas, estamos aquí y acá para...!
-Anda,
cállate.
Los
dos rieron a gusto. El día acababa de empezar y ya se anunciaba
entretenido.
____ o ____
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