18 may 2016

Paradojas infantiles


De niño yo quise ser siempre como Yuri Gagarin. Lo digo muy en serio, quise ser astronauta y figurar como el primer ser humano que llegara a algún punto del universo fuera del planeta Tierra. Pero, a la vista está, no fue posible. Sin embargo, no dejé de trepar a las ramas más altas de los árboles, a mirar a la luna insistentemente, a despedirme del sol en las tardes arreboladas, a envidiar cómo las aves rapaces se cernían en el aire contemplando la superficie donde mis pies se apoyaban... Y no valió siquiera que uno de mis viejos profesores, cargado de prejuicios, me insinuara constantemente que Yuri Alekséyevich Gagarin era ruso y comunista, que incluso había llegado a tener la osadía de asegurar, dicen, que allá en la alturas no se veía ningún dios... Me daba igual, yo quería ser como Gagarin, quería ser el primer niño de Cerezo de Abajo que subía arriba, muy arriba.
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