La
maestra llamó a lo padres y les contó que el niño iba mal.
-Llora
todos los días con rabia y desesperación por no ser el primero en
todo -les explicó con un punto de desesperación-. Se calma si se le
adula, algo que no puedo hacer siempre.
-No
aguanta la frustración -comentó la madre.
-No
acepta el fracaso.
-No
soporta el éxito de los demás.
-Se
parece a ti en todo -le cortó la madre que, nerviosa, se llevó la
mano a la boca, como arrepentida de lo que acababa de decir.
El
marido cerró los puños, apretó la mandíbula y cambió
paulatinamente el color de sus mejillas, empapadas ya en color
púrpura. Era un volcán interior a punto de entrar en violenta
erupción, pero se contuvo, porque los años le habían enseñado a
comedirse en público. Las dos mujeres se miraron y trataron de
alargar la conversación en temas más llevaderos. Al despedirse se
dieron un beso.
-Suerte
-musitó la maestra.
____ o ____
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