9 nov 2015

Felicidad

El viento zarandeó al viejo sauce con fuerza, hasta tal punto que algunas ramas se partieron y muchas hojas volaron lejos. Las raíces se afirmaron con fuerza y el tronco se bamboleó sin un ápice de temor. Al acabar la tempestad verificó los daños y sonrió para sus adentros, satisfecho de ser tan fuerte y poderoso. Pensó en sus raíces que eran diez veces más voluminosas que su copa, sobre todo las que se acercaban al río y, más aún, de la que penetraba en una tubería urbana que le garantizaba humedad todo el año. Se hinchó de orgullo y dejó que su ramaje se meciera al son de la brisa. Y cerró los ojos, feliz por tanta dicha. Por eso no se percató de que la ardilla abandonaba precipitadamente el lugar, ni de que los pájaros dejaron de posarse en sus ramas, ni de que unos hombres se aproximaban taimadamente. Una motosierra comenzó a rugir... Murió en el momento más feliz de su existencia.
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