Cerré
las puertas, me abroché el cinturón de seguridad, giré la llave de
arranque, observé el ordenador de a bordo y el motor comenzó a
rugir. No había ningún testigo encendido en rojo, por lo que
introduje la primera marcha y el coche se deslizó suavemente,
obedeciendo los giros del volante. Un voz metálica comenzó a sonar
de repente.
-Sus
constantes vitales son idóneas.
Apreté
con fuerza la palanca de cambios y aumentó el tono de la voz.
-0%
de alcohol en sangre, 76 pulsaciones por minuto, bajo en leucocitos,
tensión 7-13, colesterol al límite, estrés acumulado en parámetros
controlables...
Alejé
la mano de la palanca de cambios y se hizo el silencio. Conduje todo
el tramo urbano en tercera y cuando llegué a mi destino no hubo más
remedio que aparcar, con marcha atrás incluida.
-Vida
sentimental inestable, precisa sosiego y reflexión. Padece ansiedad
puntual, no...
Con
un golpe seco dejé el coche en punto muerto y acabé la maniobra
empujando desde el exterior. Entonces fue cuando vi un guante en la
puerta, era de la mano derecha.
-Se
me olvidó avisarte -me comentó el compañero de trabajo que me
había dejado el coche. Espero que no estés traumado. Es el último
grito en auto-ayuda que ofrece la marca.
No
digo el fabricante, no sea que algún lector se anime.
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