23 nov 2015

El coche inteligente


Cerré las puertas, me abroché el cinturón de seguridad, giré la llave de arranque, observé el ordenador de a bordo y el motor comenzó a rugir. No había ningún testigo encendido en rojo, por lo que introduje la primera marcha y el coche se deslizó suavemente, obedeciendo los giros del volante. Un voz metálica comenzó a sonar de repente.
-Sus constantes vitales son idóneas.
Apreté con fuerza la palanca de cambios y aumentó el tono de la voz.
-0% de alcohol en sangre, 76 pulsaciones por minuto, bajo en leucocitos, tensión 7-13, colesterol al límite, estrés acumulado en parámetros controlables...
Alejé la mano de la palanca de cambios y se hizo el silencio. Conduje todo el tramo urbano en tercera y cuando llegué a mi destino no hubo más remedio que aparcar, con marcha atrás incluida.
-Vida sentimental inestable, precisa sosiego y reflexión. Padece ansiedad puntual, no...
Con un golpe seco dejé el coche en punto muerto y acabé la maniobra empujando desde el exterior. Entonces fue cuando vi un guante en la puerta, era de la mano derecha.
-Se me olvidó avisarte -me comentó el compañero de trabajo que me había dejado el coche. Espero que no estés traumado. Es el último grito en auto-ayuda que ofrece la marca.
No digo el fabricante, no sea que algún lector se anime.
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