25 nov 2015

Ábrete, sésamo

Las autoridades interrogaron a Ali Babá para saber el paradero de los cuarenta ladrones. Éste les dio toda clase de pistas y finalmente pudieron ser apresados treinta y nueve de ellos. La guardia real no consiguió dar nunca con el paradero del que faltaba e, incapaces de reconocer su fracaso ante el rey, se cebaron con Alí Babá al que amenazaron.
-Jura que eres un ignorante y no sabes contar o te acordarás de nosotros.
-Lo juro, digo cuarenta cuando me parece que hay mucha gente, pero no sé contar de verdad, lo juro -confesaba-. Perdón, por hablar sin saber.
Y lo dejaron libre. Ya en su casa Alí Babá, un leñador de pocos recursos que se había convertido en rico tras descubrir el truco para penetrar en la cueva de los ladrones, se pasó toda la noche contando los rubíes, zafiros, ágatas y perlas sacadas del escondite. Estaba frente a un montón de monedas y hablaba en voz alta.
-Treinta y nueve veces treinta y nueve montones de treinta y nueve monedas de oro, y de plata treinta y nueve montones de treinta y nueve monedas guardadas en treinta y nueve sacos de...-calló, se secó el sudor de la frente y entornó los ojos para no perder la concentración y siguió con aquel mantra tan estimulante. Acababa de aprender a "contar".
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