16 nov 2015

De cómo conocí al alcalde de Washington

Me situé de espaldas al capitolio, alargué el brazo con el teléfono móvil en la mano, ajusté el encuadre y me preparé para presionar el botón, pero en aquel instante preciso hubo algo que me detuvo, era un hombre que se acercaba por detrás. Hice de todos modos la foto y me giré para controlar la situación. Respiré tranquilo, había sido una falsa alarma, era un curioso inofensivo. Continué mi deambular cansino de turista, sumergido en el bullicio de aquella sociedad desconocida y, sin embargo, tan atractiva. Al anochecer seguí las noticias de una televisión local sin entender una palabra. No obstante, me pareció que se trataba de un programa en el que el alcalde de la ciudad se camuflaba disfrazado entre la gente para conocer mejor la realidad de su ciudad. Vi su imagen y no tuve dudas, era el hombre de mi selfie mañanero. Se lo enseñé al recepcionista del hotel, un portorriqueño parlanchín.
-¡Oh, my brother! Tienes un premio de muchos dólares –exclamó-. La emisora del programa se lo da a quien descubra al alcalde en acción.
Él mismo hizo la gestión y en poco tiempo me vi envuelto en una vorágine de cámaras, luces y entrevistas que me superaron por todos los lados. Acabé el día con agujetas en la cara de tanta sonrisa forzada y un cheque de 10.000 $ que me alegró y alargó la estancia en el país.
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